martes, 27 de abril de 2010

Juan Carlos Dávalos


Nació en Salta el 11 de enero de 1887, en la ciudad natal concurrió a la escuela primaria y al secundario, cursando éste en el Colegio Nacional, de donde pasó a la Universidad de Buenos Aires con la intención de estudiar abogacía, pero siguiendo su vocación docente, realizó el profesorado de Enseñanza Secundaria.
Desde 1911 se desempeñó como profesor de Literatura y otras asignaturas en el Colegio Nacional del que llegó a ser Vicerrector. En éste transcurso, también ocupo cargos públicos administrativos, tales como Director del Archivo general de la provincia y de la Biblioteca Provincial “ Dr. Victorino de la Plaza”.
Junto a Don David Michel Torino, funda el periódico “Sancho Panza”, el cual había de ser el punto de partida literario para el pimero y periodístico para el segundo.
Entre sus obras se encuentran “De mi vida y de mi tierra” (1907), “Cantos Agrestes” y “Cantos de la montaña” (1921), entre otras. Su narrativa se eleva en “Salta” (1921), “Los Casos del zorro”, “Los buscadores de oro” (1925)etc. Entre sus ensayos, se encuentran “Los Gauchos” (1924), “Los valles de Cachi y Molinos” (1937) y “Salta su alma y sus paisajes” (1947). En cuanto a sus obras teatrales: “Don Juan de Viniegra” (1917) y la “Tierra en Armas”(1935).
Murió en Salta el 6 de Noviembre de 1960, una comisión popular le erigió un monumento en su memoria en el décimo aniversario de su muerte.

La poesía de Juan Carlos Dávalos es elocuente en sus dichos y dedicó una poesía a Coquena en su libro “Los Cantos de la Montaña” y dice:

COQUENA
Cazando vicuñas anduve en los cerros
Heridas de bala se escaparon dos.
- No caces vicuñas con armas de fuego;
Coquena se enoja, - me dijo un pastor.

- ¿Por qué no pillarlas a la usanza vieja,
cercando la hoyada con hilo punzó ?
- ¿Para qué matarlas, si sólo codicias
para tus vestidos el fino vellón?

- No caces vicuñas con armas de fuego,
Coquena las venga, - te lo digo yo
¿No viste en las mansas pupilas oscuras
brillar la serena mirada del dios?

- ¿Tú viste a Coquena? - Yo nunca la vide,
pero si mi agüelo, - repuso el pastor;
una vez oíle silbar solamente
y en unos tolares, como a la oración.

Coquena es enano; de vicuña lleva
sombrero, escarpines, casaca y calzón,
gasta diminutas ojotas de duende,
y diz que es de cholo la cara del dios.

De todo ganado que pase en los cerros
Coquena es oculto, celoso pastor;
Si ves a lo lejos moverse las tropas,
es porque invisible las arrea el dios.

Y es él quien se roba de noche las llamas
cuando con exceso las carga el patrón.

En unos sayales, encima del cerro,
guardando sus cabras andaba el pastor;
zumbaba en los iros el gárrulo viento,
rajaba las piedras la fuerza del sol.

De allende las cumbres de nieves eternas,
venir los nublados miraba el pastor;
después la neblina cubrió todo el valle.
Subió por las faldas y el cerro tapó.

Huyó por los filos el hato disperso,
y a gritos, en vano, lo llama el pastor.
La noche le toma sentado en cuclillas,
Y un sueño profundo sus ojos cerró.

Cuando el alba tiñe-limpiando los cielos-
de rosas las abras, despierta el pastor.
Junto a él, a trueque del hato perdido,
Coquena, de oro le puso un zurrón.

No más en los cerros guardando sus cabras,
las gente del valle vieron al pastor;
Coquena dispuso que fuese muy rico.
Tal premia a los buenos pastores el Dios.

Juan Carlos Dávalos

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